La duquesa de Kent

Tras quedarse viuda por segunda vez cuando el duque de Kent murió de neumonía en 1820, la princesa Victoria de Sajonia-Coburgo Saalfeld se puso a merced del gobierno británico, apostando por su hija, tercera en la línea sucesoria al trono. Con exiguos medios, y el cuestionable apoyo del avaricioso Sir John Conroy, la duquesa de Kent dio a la posible heredera una infancia sobreprotegida y triste, con mínimo acceso a sus parientes de la realeza. Su recompensa, tras el ascenso de Victoria, fue verse apartada de la vida de palacio durante el tiempo que continuó su relación con el malvado Conroy. En realidad la duquesa no era más que una mujer insegura en un país extraño, que no dominaba el idioma y seguía los malos consejos de un infame oficial del ejército; pero para su hija es un problema que debe resolver.